Fernando Salinas

View Original

Desde Adentro : Teo Monroy

Quedé con Teo en una de sus obras. Llegué temprano y decidí dar una vuelta por la colonia. Y es que siempre me ha gustado ver casas. Sobre todo esas de hace unos cincuenta años con sus techos volados y ventanales alargados. Hay en ellas algo de vanidad fina, de esa personalidad que solamente se consigue con el paso de los años. "Hay casas que quieren modernizar" me diría Teo "y les digo que no, que mejor acentúen lo que ya tienen". A él lo mueve una visión que nace de lo profundo, de las historias y las experiencias, no solamente de los espacios bellos, armoniosos y de buen gusto.

 

Por fin dio la hora, ubiqué la casa y timbré. Me contestó una voz cálida y segura que me hizo sentir bienvenido. Nos saludamos entre cajas, arena y materiales. Me invitó a pasar. Teo es un hombre de movimientos elegantes y de mirada profunda. Su sonrisa es franca y contagiosa. Inmediatamente me platicaba del proyecto en el que estábamos: "yo vibro mucho con mis clientes" me contaba mientras me invitó a pasar "Cuando estaba diseñando este espacio me imaginaba a qué iba a oler, qué se iba a cocinar y a cada personaje que entraría en la casa". Me quedó claro: me hablaba con el entusiasmo de quien expone su pasión, no su trabajo.

 

Cuando ya estábamos cómodos, me platicó de su infancia y del negocio de sus papás: "soy de una familia muy trabajadora" afirmó mientras recordaba haber crecido entre cortes de mezclilla y revistas de moda. "me acuerdo estar debajo de las mesas de cortar estornudando por la pelusa de las telas". Cuando Teo habla de su niñez, hay una ruptura en el tiempo. Puede ser porque guarda el asombro de la infancia, o porque hay quien vive tan deprisa, que parece borrar la distancia entre los años. No lo sé, pero ese pequeño Teo que creció entre texturas es visible de cuando en cuando detrás de la sonrisa del arquitecto. Desde ese tiempo "tenía una visión creativa"; "sabía que era diferente desde un punto de vista creativo”. Vaya que lo es.

 

El matrimonio de sus padres terminó cuando él era pequeño.  "Fuera de que se hayan divorciado", me dijo, "siempre nos cuidaron mucho. Fueron muy buenos". Y no solamente estuvieron siempre presentes, sino que el suyo es uno de esos casos en los que, tras un rompimiento, la familia crece. Menciona con cariño a todos los miembros de su familia: su madre, sus dos papás, su hermano y su media hermana. Creció rodeado de cariño y apoyo. Así, con una vida estable y con el apoyo de los suyos, tuvo la libertad de conocerse, de explorar y descubrir sus pasiones.

 

"Yo pensaba que iba a terminar siendo pintor", recordó su infancia. Y es que su primer brote de creatividad cayó en los lienzos y el óleo. "Estaba obsesionado", se reía. "Me tocaba hacer exposiciones y me gustaba que iban todos mis tíos, mi familia". Pero lo impactante es que el fuego que crecía en su pecho iba más allá de la pintura y de cualquier otro medio; era el placer de crear y eso trasciende hasta hoy:  "Yo quería esa sensación que sentía cuando pintaba, cuando estaba con mi lado creativo. Eso es lo que yo quería."

 

Hoy Teo es un hombre que parece cómodo en su piel. Su personalidad brilla auténtica en su trabajo y en su vida. "No me gustan las reglas." confesó. "Ni en mi profesión ni en mi mundo en general". No podría ser de otra manera.  Lo que hace Teo en su vida y su profesión es eso que nace desde adentro. "¿Cómo tomas una nube y la atas al suelo?" decía una canción cursi, pero acertada. A los espíritus creativos y libres, como el de él, hay que dejarlos volar. Ahí es donde encuentran su forma, donde se realizan y desde donde logran crear.

 

Teo es un espíritu nómada, incluso en su trabajo. No tiene ni siquiera un despacho fijo. "Hasta la fecha mi oficina son los proyectos" me contaba mientras me ofrecía un café y unas galletas pedidas a domicilio. Y no solamente porque es visiblemente inquieto, sino porque así es su historia.  Desde pequeño se acostumbró a migrar. "Si te digo que de los diez a los veinte nos cambiamos unas cincuenta veces de casa, me quedé cortito". Y es que un tiempo tras el divorcio de sus padres, Teo inició una vida de constante movimiento junto a su mamá y su segundo papá, como lo llama él. "Él se dedicaba a la política" recordó. "todos nos íbamos a vivir a donde estaba la campaña".

 

Pero en la mente de Teo, esos cambios no solamente no eran negativos, sino que le presentaban una ocasión única: "Cada vez que íbamos a ver una casa nueva, era una oportunidad de ser algo nuevo".  ¡Claro que para él los espacios deben crear y envolver experiencias! Desde entonces cada nuevo hogar redefinía su vida: Un cuarto de televisión, una terraza, un jardín. En cada espacio Teo veía momentos y sus días se tejían de esos momentos. Los espacios son el escenario donde sucede la vida. Teo es consciente de que vestir el escenario no sólo embellece, sino que guía y hasta define la trama de sus días.

 

Aquellos años los vivió, además, rodeado de cultura y arte.  "Mis papás eran como bohemios", me contó. Era una etapa en la que su creatividad se nutrió de la manera más efectiva y natural: por el ejemplo y en familia. Tras un breve silencio, con dos palabras definió ese momento de su vida. "Entonces, feliz", sonrió. Pero no era momento de quedarse estático.  Teo llegaba a la mayoría de edad y con esa incipiente madurez del adolescente, volvió los ojos hacia un lugar que sentía suyo: Monterrey. "Quería regresar al Tec", recordaba, "Con mis amigos de la infancia".

 

Monterrey es una ciudad compleja, dinámica y celosa. Parte de su riqueza está enraizada en el orgullo de la identidad y en la riqueza que genera el trabajo. Teo regresó a una sociedad en la que se privilegiaba el linaje sobre el individualismo y los logros económicos sobre las cualidades internas. Eso lo sacudió y le hizo reflexionar. Había que adaptarse sin dejar de lado su espíritu único y creativo. Entonces inició una batalla interna; una batalla que provocaría crecimiento.

 

Regresó a vivir con su abuela. Monterrey lo recibió como a un viejo amigo al que quieres, pero que tienes que volver a conocer. Su personalidad creativa y su educación libre contrastaron con el ambiente a veces duro de una ciudad celosa y orgullosa. Muy pronto aprendió a adaptarse. "Cuando no tienes una identidad y estás creciendo, te tienes que amalgamar a lo que ves en tu entorno", reflexionó. "Te tienes que camuflar". Quizás este juego de adaptación alejó a Teo del mundo creativo temporalmente, pero su energía ligera y atractiva le ayudó a crearse un entorno de amistades valiosas. Nada puede detener a un hombre que se rodea de gente que lo valora y lo impulsa a ser la mejor versión de sí mismo.

 

Hay personas que me hablan desde la cabeza y la memoria; que cuentan su pasado; reconocen causas y efectos, aprendizajes y hasta traumas. Teo es uno de esos que de pronto presta la boca al corazón. Sus formas son educadas y finas, pero hay un impulso primordial que lo hace auténtico y que inspira empatía. Ahí sentado lo conocí, no por lo que me contó de sí mismo, sino por lo que deja ver de sí casi inevitablemente. Entre líneas y desde adentro.

 

Cuando llegó el momento de decidir una carrera profesional, Teo no parecía estar preparado. "Andaba en este tema de búsqueda de identidad". Alejado de su lado creativo, había incluso desarrollado un miedo a perseguir sus sueños: "Me di cuenta que iba a ser difícil dedicarme a algo creativo", me dijo, pero desde ahí y viendo al pasado reflexionó: "Esto que estás viendo ahorita, no me lo hubiera imaginado". Y quizás ahí está la clave. Hay que creerse que un día podemos estar donde hoy no podemos ni imaginarnos.

 

Su papá le aconsejó que buscara una carrera relacionada con el diseño. "…que te de las herramientas y ya luego decides lo que quieres hacer". Le atraía el interiorismo, pero "no había cultura de lo que era el diseño de interiores", dijo. "Eso lo hacía el mismo arquitecto". Con esos cuestionamientos decidió entrar en la carrera de arquitectura en el Tec.  "Y lo sufrí".

 

Teo no conectaba con la carrera. "yo no quería hacer edificios", se reía. "Me puse a estudiar arquitectura sin saber a dónde iba". En ese andar pesado entre fierros y cálculos, fue que llegó una invitación de Alexandre Lenoir, entonces director de arquitectura en el CEDIM, a conocer la carrera. "Él vibraba con una vibra diferente", me contó. Sin dudarlo aceptó la invitación y el efecto fue inmediato. "Sentí una chispa dentro que nadie me había prendido". Decidió cambiarse de universidad sin que siquiera sus papás supieran y sin ver atrás olvidó aquello de "dedicarme a algo creativo sería difícil". Teo estaba reconectando con él mismo: "de aquí soy", dijo. "Lo gocé".

 

Siempre me han llamado la atención las orquídeas. En maceta requieren cuidados constantes y delicados, pero en su habitat natural crecen y se multiplican como si nada. Así entiendo lo que le sucedió a Teo cuando llegó al Cedim: encontró su lugar. "El día que llegué ya estaba respirando diferente", exhaló. Ya en ese ambiente, se encontró con personas que compartían sus sueños y con otras que ya estaban haciéndolos realidad. Así llegó a su primer trabajo. LOL Arquitectos era de los primeros despachos de interiorismo en la ciudad y María Sada, una de sus fundadoras, era su maestra en la carrera. "Le escribí a María y le dije que tenía muchas ganas de trabajar con ella".

 

Su vida laboral inició así, experimentando dentro de un despacho de interiorismo. "No sabía hacer nada", se acordaba. En aquel lugar lo acogieron y, más aún, supieron reconocer y cultivar su talento. "Era el más feliz. Todo el día se hablaba de diseño". Fueron cerca de cuatro años de nutrirse y aprender. "Acabé teniendo mis propios proyectos", me decía recordando esos años en los que, sin duda, Teo terminó de fraguar su identidad no solamente como diseñador creativo, sino como hombre responsable y dedicado.

 

Dejó aquel trabajo que lo llenó de satisfacciones y salió a diseñar por sí mismo. Con el tiempo salió de casa de sus papás y empezó a vivir solo gracias a su esfuerzo y su talento. Lo logró, pensé cuando me contaba de esta etapa. Estaba equivocado, y él mismo me corrigió: "Yo malamente pensé que ya estaba preparado. Nombre…no estás preparado. Lo que viene es lo que te prepara" y es que, claro, esa es parte de la clave. No se trata de haber logrado algo; se trata de estar logrando. "En gerundio", decía uno de mis maestros de secundaria. La satisfacción está en el crecimiento constante.

 

Durante ese momento de independencia, Teo se encontró consigo mismo. "En esos años decides si estás en el lugar correcto". Fueron tiempos en que entendió que crecer trae consigo dudas, crisis y hasta dolores. "Cada vez que terminaba un proyecto pensaba: -que no se me olvide que me gusta lo que hago; que soy muy bueno y que me gusta lo que hago". Es en ese diálogo interno que confrontamos la realidad con la expectativa y las logramos conciliar. Por lo menos aprendemos a manejar frustraciones y a ejercitar la paciencia. Así Teo se hizo de proyectos propios, principalmente en la industria del entretenimiento, y tuvo la capacidad de llevarlos a buen término, de hacerse un nombre y que sus mismos clientes lo recomendaran a otros nuevos. 

 

Llegar al mercado residencial era una meta que pronto estaría cumpliendo. "Me costó mucho llegar a casas". Me platicó que lo primero que le pidieron diseñar fue un mueble de televisión. "Fue mi oportunidad de oro", me dijo, y no la dejó pasar: "Con ese cliente" me contaba "trabajé siete años en cinco fases distintas de su casa". Desde entonces y a través de los años, el alcance de Teo está medido por la calidad de su trabajo y la excelencia de su servicio. "Por eso tengo esas grandes relaciones con mis clientes. Ellos mismos me han recomendado". Pero aquel era el inicio. Sus primeras incursiones en el mercado residencial lo conectaron con ese pasado en el que cada cambio de casa era un rediseño de su estilo de vida. Es en ese instinto de crear atmósferas, donde su talento encontró identidad. "Con cada proyecto, me tocaba diseñar una nueva vida".

 

Se convirtió en un diseñador de experiencias. "Que todos tus sentidos estén involucrados en el espacio". Su trabajo es una mezcla de conocimiento, talento y una sensibilidad muy delicada. "Todo lo que hago lo hago desde adentro y proyecto en tu casa lo que tú traes adentro". Se trata de crear desde lo más profundo para que el resultado sea íntimo, casi irrepetible. "hay gente que busca replicar un espacio porque quieren sentir eso que sintieron en otro lugar, pero no conocen el  potencial de tener algo que vibre con ellos". Un espacio diseñado por Teo es un espacio que suena, huele y vibra. Desde la música, hasta la iluminación y los accesorios, todo está planeado e inspirado para crear una experiencia; para enmarcar una vida, una historia.

 

Hoy Teo es el creador de escenarios de vida; el niño que creció nutrido de creatividad; el adolescente que supo tomar las riendas de su vida; el joven que logró éxito a fuerza de trabajo y el diseñador que sabe tomar la esencia de sus clientes y plasmarla en espacios únicos. Ese es el Teo que conocí aquel día. No vi pasar las horas, pero ya con vasos vacíos terminamos hablando de Made Inside. Ese es el proyecto en el que Teo está vertido. Un despacho que busca no quedarse en el diseño, sino llegar a la mejor manera de vivirlo; a lograr una atmósfera que se sienta propia; un lugar que sea una extensión de ti. Esa es su esencia y esa es la que saca desde adentro en cada uno de sus proyectos. Él lo dijo mejor de lo que yo pudiera explicarlo: "Diseñar experiencias. Eso es lo que hago. ¿Cómo vas a experimentar tu espacio?, porque va a ser único."

 

Me acompañó a la puerta y seguíamos hablando. Esquivé algunas cajas y bultos. Se me había olvidado que estábamos en una obra sin terminar. Me despidió con una sonrisa de esas que nacen desde el fondo de la mirada y me fui observando de nuevo aquellas casas viejas llenas de historia y personalidad. Ahora me preguntaba qué hay adentro de ellas; a qué huelen, cómo suenan. ¿Qué experiencias se vivirán ahí? Teo me enseñó que eso debe ser una casa: el escenario donde se desarrolla una vida; un lugar irrepetible y empapado de nuestra personalidad o, como él los llama, "proyectos con alma".

 

Nos vemos pronto.